No se trata de hablar mucho, sino de hacerlo con sentido, persuadiendo, emocionando y logrando conexión real con los demás.
En definitiva, la oratoria es un arte que transforma. No ofrece fórmulas mágicas, pero sí herramientas reales para crecer como personas y como profesionales. La palabra, bien usada, no sólo persuade: también une, inspira y cambia realidades.